miércoles, 27 de mayo de 2015

PROYECTO SLAM GRAN SLAM

El IFEJA está abarrotado de jóvenes dispuestos a recitar y escuchar poesía. Chavales que durante el año han trabajado en el proyecto slam escribiendo, descubriendo palabras y acertando a colocarlas en el lugar más adecuado.

El ímpetu y la pasión se apoderan del lugar. Gritos, cánticos, nervios. Los poetas elegidos por sus clases van subiendo al escenario lentamente, sin prisa. Inmersos en sus poemas. Leyéndolos una y otra vez para que nada falle a la hora de recitar, de compartir, de seducir. Entre los alumnos que abarrotan la platea se elije al jurado de rigor. Dos alumnos o alumnas por colegio. Entre risas con sus compañeros y consignas para la puntuación se levantan de sus asientos y se dirigen a la primera fila para escuchar con más atención, sin distracciones y ser más visibles a la hora de la votación.

En el escenario hay veinte jóvenes poetas, de 12 a 14 años, dispuestos a ganar el primer Gran Slam de la semana. Alguno de los monitores que forma parte del proyecto, anota el nombre de cada uno de los poetas. Hay más chicas que chicos, pero la diferencia es mínima. Todo está preparado. El presentador anuncia a la primera poeta. Desde su clase la arropan con cánticos de ánimo. Vitorean su nombre. Ella saluda. Se siente importante, grande, poeta. Recita de forma segura y experta. Deja que las palabras avancen despacio por el salón de actos, recorriendo cada asiento, entrando en cada oído, acallando cada murmullo. TODO SE LLENA DE POESÍA.

Cuando termina. El público rompe en un gran aplauso. Su colegio se pone en pie y jalean su nombre. Todos esperan con impaciencia la puntuación del jurado. El presentador se coloca junto a la chica y explica que tras el “uno, dos, tres... Slam” los jueces tiene que levantar las manos con la puntuación, del 1 al 10, que ellos creen que merece el poema. Todo parece claro. Entonces con la ayuda del público grita:

UNO, DOS, TRES... ¡SLAM!



Y Así comienza el GRAN SLAM.



Durante este año he descubierto en los talleres de Slam que la poesía puede vivirse de una manera completamente nueva y diferente. Los alumnos de Maristas, Pedro Poveda o Andrés de Vandelvira (centros situados en la ciudad de Jaén) y el IES Sierra Mágina (Mancha Real) han recorrido a través de los talleres y de la poesía, momentos de su vida, y me han enseñado a creer que no todo está perdido. Recuerdo cuando el director del Proyecto Slam me habló de lo que hacían, todo lo que me pasó por la cabeza en ese momento fueron dudas e incredulidad ¿Alumnos de la ESO recitando poesía? ¿TODOS? Me parecía demasiado increíble para ser verdad. Por eso, cuando asistí al primer taller, no podía creer que todo lo que me había contado fuese verdad. Nadie se negaba a leer. Todos atendían, escribían y recitaban. Todos buscaban compartir sus palabras y encontrar en la poesía una nueva forma de comunicarse, de entenderse. Cuando salí del último taller, estaba tan excitado y emocionado que me comprometí de por vida con el proyecto.

Sin embargo, eso sólo fue el principio. Aún estaba por llegar, el Gran Slam. La poesía adquiere una dimensión espectacular. Los chavales se dejan atrapar por las palabras y las emociones lo inundan todo. Gritos, aplausos, cánticos, votaciones y poemas y poetas y poemas y poetas y poemas y poetas … ¿Qué más se puede pedir?


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