miércoles, 28 de mayo de 2014

Cuentacuentos en TOYS-E de Jaén.

CUENTOS ASOMBROSOS PARA NIÑOS CURIOSOS

Este viernes, 30 de mayo, a las 19 horas contaré cuentos en la tienda de juegos educativos TOYS-E ( Plaza Hermenegildo Terrados 2). Un lugar estupendo para dejarnos llevar por las historias.

miércoles, 7 de mayo de 2014

La otra historia de Tom y Jerry CAPÍTULO 11 FINAL

La otra historia de Tom y Jerry
CAPÍTULO 11

Tom esperaba a Jerry con impaciencia. El espectáculo había comenzado hacía apenas unos minutos y sabía que no tenía mucho tiempo. Todo debía hacerse con rapidez.
Jerry llegó maquillado y vestido para la función.
- ¿Estás seguro de lo que vas a hacer? -preguntó Jerry.
- Sí. Quiero ser parte de este circo y lo voy a conseguir -respondió Tom seriamente.
- Como quieras, pero si en algún momento te arrepientes, dímelo y pararemos.
Tom hizo un gesto de asentimiento con la cabeza. Estaba decidido a hacerlo y nada ni nadie iba a impedírselo. Aunque hacía tres semanas que por fin había conocido a su padre e, incluso, a su abuela, su vida no había cambiado lo más mínimo. Su padre no había vuelto a hablar con él, el rechazo de los miembros del circo era aún mayor que antes y para Rose Mary había dejado de existir. Nada de lo que hiciese o dijese conseguía atraer su atención.
Jerry no quería hacerlo. Aquello le parecía una locura. Sin embargo, sin entender muy bien porqué, había sido incapaz de negarse a la extravagante y siniestra petición que hacía dos días le había hecho Tom. Al principio pensó que todo era producto del vino que estaban bebiendo. Hasta le pareció divertido en un principio. Sin embargo, a la mañana siguiente, cuando Tom le recordó la estúpida idea y le puso fecha, hora y lugar, Jerry apenas pudo mantenerse en pie. ¿Cómo era posible que Tom le estuviese hablando en serio? Ambos sabían que lo que estaban a punto de comenzar, acabaría mal. Muy mal.
Tom abrió la bolsa y sacó la sierra, agujas e hilo negro. Le temblaban ligeramente las manos cuando se los entregó a Jerry. Éste colocó las agujas y el hilo negro junto a él y agarró la sierra con fuerza. No quería que Tom descubriese que tenía miedo.
- ¿Por donde quieres que empiece? -preguntó Jerry.
- Por los pies. Un pie, una mano, un pie, una mano. ¿De acuerdo?
Tom se tumbó en el suelo, junto a la puerta de entrada del circo “Des monstres de papiers”. Jerry, incapaz de mirarlo a los ojos, comenzó a cortarle el pie derecho. De fondo, se escuchaba la función, las risas, los gritos de horror y los aplausos. Tom apretaba los dientes con fuerza mientras las lágrimas caían por su rostro. Después del pie derecho, continuó con la mano izquierda y luego el pie izquierdo y la mano derecha. Con los cuatro miembros amputados, cogió el hilo negro y las agujas y comenzó a coser. Treinta y siete minutos más tarde había terminado. Los pies de Tom ahora estaban donde su manos y éstas ocupaban el lugar de sus pies. La sangre cubría todo el suelo y, lo peor de todo, la hemorragia no cesaba.
- ¿Cómo te encuentras? -preguntó Jerry.
- ¿Soy ya un monstruo? ¿Crees que por fin podré formar parte del circo? -preguntó tembloroso Tom.
- Estoy seguro de que ahora nadie podrá decir que no eres un monstruo. Te has convertido en el mayor de los monstruos. Estoy orgullosos de ti.
- Por fin lo he conseguido -dijo Tom mientras intentaba levantarse del suelo sin éxito-. No tengo fuerzas para levantarme.
- Tom, creo que te estás muriendo -dijo Jerry mientras le agarraba la cabeza para ayudarle a incorporarse un poco.
- Lo sé. Quiero ver a mi padre y a tu hermana. ¿Podrías ir a buscarlos?
Jerry se incorporó inmediatamente y corrió al interior de la carpa. Buscó a Médez y a Rose Mary y les contó lo que estaba sucediendo en la puerta del circo. En apenas un minuto, todos los artistas y el público conocían la noticia. Todo el mundo corrió hacia la calle. Nadie quería perderse el espectáculo.
Tom no podía creerse lo que estaba viendo. Rodeado de monstruos y espectadores asombrados y fascinados se sintió por primera vez protagonista de la función.
Rose Mary y el hombre elefante se arrodillaron juntó a Tom.
- ¿Qué has hecho? -preguntó Rose Mary.
- ¿Por qué lloras? -preguntó a su vez Tom.
- ¿Por qué lo has hecho? -Rose Mary se pasó la mano por los ojos intentando detener sus lágrimas, pero era imposible. El desconsuelo, la pena y la rabia de perder a Tom eran insoportables.
Una enorme sonrisa se mostraba en el rostro de Tom. Por primera vez en su vida era feliz. Miró a su alrededor, vio a su padre que lloraba desconsolado, a los artistas que apenas podían contener las lágrimas y al público que lo miraba seducido y entregado a un acto único. Entonces Tom buscó de nuevo a Rose Mary con la mirada.
- Te amo Rose Mary -Tom susurró sus últimas palabras y murió.
Rose Mary gritó de dolor mientras se abalanzaba sobre Tom, lo abrazaba y lo besaba. Médez, el hombre elefante, extendió los brazos hacia el cielo y gritó el nombre de Tom una y mil veces. Los artistas y el público comenzaron a aplaudir, lo hicieron con todas sus fuerzas y durante varios minutos. La ovación pareció eterna y resonó en toda la ciudad. Ninguno de los que estaban allí olvidarían ese momento. Sin lugar a dudas, había sido el mejor espectáculo que habían visto jamás.
Tom, por fin, había conseguido formar parte del circo “Des monstres de papiers”.

-FIN-

La otra historia de Tom y Jerry CAPÍTULO 10

La otra historia de Tom y Jerry
CAPÍTULO 10

Había pasado una semana desde la muerte de Martha y no había vuelto a hablar con Rose Mary. Ni con ella ni con nadie. Desde la muerte de la madre de los mellizos, parecía que la distancia entre el circo y él había crecido aún más. E incluso Jerry parecía un extraño las pocas veces que se habían encontrado.
Por primera vez, Tom estaba decidido a marcharse. Desde el comienzo de su viaje había soportado el rechazo de todos y cada uno de los circos en los que había estado. Incluso había soportado el rechazo del circo “Des monstres de papiers” donde había descubierto que se encontraba su padre y donde estaba seguro que era su hogar y el lugar donde tarde o temprano se convertiría en un artista. Sin embargo, no podía soportar el dolor de ver cada día a Rose Mary y sentir su indiferencia y su rechazo. Ese dolor era lo más terrible que jamás hubiese sentido y no parecía que fuese a acabar nunca.
Intentó hablar con Jerry una vez más para despedirse. Pero éste no pudo atenderle. Tenía demasiado trabajo para hablar. Quizás más tarde o mañana podrían tener esa conversación. Tom sabía que no hablarían nunca más.
Una anciana vestida de negro llegó al circo. Contempló la carpa, las caravanas, a los artistas y a Tom junto a su árbol. Caminó hasta ponerse a su altura. Tom estaba absorto en sus pensamientos mientras guardaba sus pocas pertenencias en la maleta y no se percató de la llegada de la anciana.
- ¿Qué haces? -preguntó la anciana.
- ¿Qué? -preguntó Tom asustado. Las palabras de la mujer lo habían sacado de su ensimismamiento y lo habían devuelto a la realidad-. ¿Quién es usted?
- Veo que estás recogiendo tus cosas, supongo que te marchas. ¿Has descubierto quien es tu padre por fin?
- Sí. Aunque no he hablado con él y no creo que sepa quien soy yo. ¿Y usted? ¿Quién es? -preguntó Tom cada vez más sorprendido. La anciana lo conocía-. ¿Me conoce?
- ¿Que si te conozco? Por supuesto. Toda tu vida he estado ahí, sin que te hayas dado cuenta. Hace años, yo formaba parte de este circo, pero lo dejé todo para estar cerca de ti.
- ¿Por qué?
- Soy la madre del hombre elefante. Médez es mi hijo y tú mi nieto. Yo fui quien dejó la fotografía bajo la puerta de la pensión. Yo fui quien te guió hasta aquí y ahora no voy a permitir que te marches sin que conozcas a tu padre.
Tom no sabía que decir. Aquella extraña anciana era su abuela. Ella lo había conducido hasta el circo “Des monstres de papiers”. Sin embargo, no entendía como ella nunca se había acercado a él en el pasado o nunca él la había visto en su vida. El aspecto de aquella mujer era demasiado peculiar para pasar desapercibida.
- ¿Cómo es posible que nunca antes nos hubiésemos visto? -preguntó Tom.
- Eso es fácil de explicar -respondió la anciana y acto seguido, desapareció-. Soy la mujer invisible. Por eso nunca me has visto aunque siempre estuviese ahí. Ahora vas a conocer a tu padre -la mujer invisible se volvió visible de nuevo-. Sígueme.
Tom la siguió. Caminaron hacia la carpa. Entraron. En su interior encontraron al dueño del circo y a Médez, el hombre elefante que era su padre. Ambos se sorprendieron mucho cuando vieron a la anciana junto a Tom.
- ¿Qué haces tú aquí? -preguntó Médez.
- Vengo a hacer lo que tú no has sido capaz de hacer en veinte años. Estoy aquí para que conozcas a tu hijo -respondió la anciana mientras agarraba el brazo de Tom.

martes, 6 de mayo de 2014

La otra historia de Tom y Jerry CAPÍTULO 9

La otra historia de Tom y Jerry
CAPÍTULO 9

Tom esperaba con impaciencia que Rose Mary viniese a buscarlo. Había decidido hablar con ella y decirle que la amaba. Sin embargo, aquella noche no parecía que la mujer barbuda fuese a visitarlo.
De pronto, en el silencio de la noche comenzó a oírse un murmullo. Los miembros del circo abandonaban sus caravanas y corrían hacia la de Martha. Tom se incorporó preocupado y caminó despacio hasta allí.
Los hombres miraban al suelo consternados. Las mujeres lloraban desconsoladas. Aleksei salió de la caravana, los miró en silencio durante unos segundos y confirmó la noticia. Martha había muerto.
Tom nunca llegó a hablar con la madre de Jerry y Rose Mary. Sin embargo, sintió un profundo dolor en el pecho. Le hubiese gustado quedarse allí con el resto para velarla, pero sabía que no era una buena idea. En el circo, todos lo miraban como si fuese un ser extraño y nunca habían hablado con él. Sentía las miradas de desprecio del circo.
Caminó abatido hasta el árbol donde tenía sus cosas e intentó dormir, pero fue imposible. Rose Mary estaba en todos su pensamientos. No conseguía quitársela de la cabeza.
Al amanecer, muchos de los miembros del circo, abandonaron la caravana de Martha y se dirigieron a las suyas para descansar. Rose Mary salió y caminó decidida hacia Tom. En su rostro, podía verse el cansancio, pero nada más. Una vez más, aquella muchacha ahora convertida en la mujer barbuda, no mostraba sentimientos de ningún tipo.
- No quiero verte nunca más -dijo Rose Mary en cuanto estuvo delante de Tom.
- ¿Qué? -preguntó Tom sin comprender nada.
- He dicho que no quiero verte nunca más. Además, quiero que te marches de aquí. No eres bienvenido a este circo.
- Yo te quiero y no pienso marcharme -dijo Tom dolido y cargado de orgullo.
- ¿Que me quieres? Tú eres imbécil. Es imposible que puedas quererme, yo soy un monstruo y tú no. Desde que llegaste, no paras de decir tonterías. Te lo digo una última vez, márchate. Aquí ya no pintas nada.
Rose Mary se dio la vuelta y se marchó. Tom no hizo nada por ir tras ella, estaba destrozado.
Un coche negro se detuvo junto a las caravanas. Un hombre atractivo de unos sesenta años se bajó del vehículo. Caminó hasta el hogar de Martha y entró. Unos minutos más tarde salió a la calle abatido. El conductor salió rápidamente del coche y lo ayudó a montarse en el automóvil. Cerró la puerta y se marcharon rápidamente.
La noche de la muerte de Martha, fue la noche en la que Jerry y Rose Mary conocieron a su padre. Sin embargo, nunca más volvieron a verlo y ellos nunca lo buscaron.












jueves, 1 de mayo de 2014

La otra historia de Tom y Jerry CAPÍTULO 8

La otra historia de Tom y Jerry
CAPÍTULO 8

- Quiero que veas una cosa -dijo Tom mientras caminaba con grandes zancadas.
- Ya te he dicho que no puedo hacer nada -habló Jerry enérgicamente-. Nunca conseguirás formar parte de este circo.
- Sé que tarde o temprano no os quedará más remedio que aceptarme. Estoy cansado de todo esto. ¿Tanto os cuesta ver que soy igual que vosotros?
- A veces pienso que todo es una broma -respondió Jerry resignado-. ¿Qué ves cuando te miras al espejo? ¿Ves a alguien con un rostro como el mío o como el de mi hermana o el de mi madre? Sé que tú no nos ves como los demás, pero eso no significa que seas como nosotros. Aunque te esfuerces, siempre estaremos en mundos distintos.
Tom sintió que las palabras de Jerry eran sinceras. Durante los últimos dos meses había viajado tras el circo “Des monstres de papiers” sin conseguir absolutamente nada. En ese tiempo, Jerry se había convertido en su mejor amigo y Rose Mary, le había robado el corazón.
- Sólo quiero que veas una cosa -insistió Tom-. Quizás cambie tu opinión sobre mí.
Tom sacó de su maleta un cuaderno rojo. Lo abrió y, de su interior, cogió una fotografía en blanco y negro. Tras mirarla apenas dos segundos, se la dio a Jerry. Éste la miró detenidamente. No hizo falta que Tom le dijese nada para comprender que la mujer que estaba en la fotografía era su madre y el niño el propio Tom. Ambos estaban acompañados por un hombre cuya cabeza había sido cortada en la imagen y, sorprendentemente, los tres se encontraban en la entrada del circo.
- ¿Quién es este hombre? -preguntó Jerry.
- No sé realmente quién es. Pero algo me dice que es mi padre y que forma parte de este circo.
Jerry volvió a mirar la fotografía detenidamente. Sabía perfectamente quién era el hombre que aparecía en ella. Lo había visto muchas veces sobre el escenario. Cuando niño, siempre sintió fascinación por sus actuaciones.
- Este hombre es el Señor Médez. Cuando yo era niño, él era una de las estrellas del circo y el cartel con su imagen estaba por todas partes. Recuerdo perfectamente que llevaba este mismo traje en las fotografías. Hace tiempo que ya no actúa, está enfermo. Ahora tenemos nuevo hombre elefante y él, sólo se dedica a la venta de entradas y a ejercer de portero cuando la función ha comenzado.
Jerry le devolvió la fotografía a Tom. Éste la guardó sin mirarla dentro de la libreta roja. Ahora sentía que todo tenía sentido. Durante años había vivido buscando su lugar en un mundo de monstruos y siempre había sido rechazado por ser normal. Sin embargo, él no era normal. Su padre era el hombre elefante. Él era su hijo. En su interior había genes de monstruo. Con suerte, sus hijos serían futuros hombres elefantes.
- No quiero que digas nada -le dijo Jerry casi susurrándole-. Es mejor que no enseñes esa fotografía a nadie más por ahora. Te ayudaré a que hables con tu padre y descubras la verdad de todo. Ahora, tengo que irme. Prométeme que no hablarás de esto con nadie. Ni con mi hermana tampoco.
- Con nadie -respondió Tom extrañado.
- El circo de los monstruos puede convertirse en un lugar muy peligroso si no hacemos bien las cosas. Me marcho, mañana seguiremos hablando.
Tom miró como se alejaba Jerry mientras pensaba en su padre. Muchas eran las preguntas, ahora que conocía la verdad. Sin saber muy bien por qué, comenzó a sentir miedo. Un miedo casi imperceptible que le apretaba el estómago y le recorría todo el cuerpo. Comenzó a caminar. Quería dejar atrás todo, buscar un lugar donde esconderse, donde refugiarse del temor a la verdad.
Caminó durante horas abstraído en sus pensamientos. Recorrió las calles de la nueva ciudad donde había llegado el circo, ajeno al ruido y a la gente con la que se cruzaba. Comenzó a llover. El agua le hizo salir de su ensimismamiento. Empapado aceleró el paso y buscó el camino de regreso al circo. Encontró refugio bajo uno de los toldos de la parte trasera de la carpa y se tumbó en el suelo.
Rose Mary caminaba bajo la lluvia como un espectro. Se acercó a Tom con paso decidido. Se detuvo junto a él. Lo miró durante unos minutos. Le tendió la mano y ambos se marcharon juntos hacia la caravana de ella.
Aquella relación sin palabras, basada en la pasión, era lo más hermoso que Tom había vivido nunca.