viernes, 19 de septiembre de 2014

LOS TRES CERDITOS

Las historias tradicionales, los cuentos de toda la vida no siempre han sido como nosotros los conocemos. Las historias eran el vehículo perfecto para descubrir el mundo en el que vivían. Ahora, cuando los cuentos son políticamente correctos, han perdido toda su esencia y tan sólo nos llega el reflejo de lo que una vez quisieron contar. Cuántos más cuentos clásicos leo y más historias descubro, más engañado me siento como oyente y lector.

No sé si la culpa de toda esta dulcificación y falsa felicidad de los cuentos proviene de Disney o de una sociedad demasiado protectora consigo mismo. Tanto que al final se olvidó de lo realmente importante. O quizá, en un momento dado, se creyó con el deber de engañarnos, de contarnos historias que son mentira y privándonos de la verdad.

Pensemos en los tres cerditos. Recordemos esa “maravillosa” versión que tantas veces hemos escuchado. Imaginemos a ese primer cerdito correr alegremente, divertirse con sus amigos y descansar sobre la hierba bajo la sombra de un árbol. El pobre sólo pudo construir una casita de paja. Apenas tuvo tiempo de nada más.

El segundo cerdito, corrió un poco menos, se divirtió con sus amigos un poco menos y se tumbó sobre la hierba bajo la sombra de un árbol un ratito menos que su hermano el primer cerdito. Sin embargo, apenas construyó una casa de madera.

El tercer cerdito no corrió alegremente, no se divirtió con sus amigos y no se tumbó sobre la hierba bajo la sombra de un árbol. Trabajó incansablemente para construir una casa enorme de ladrillos, con chimenea y una puerta blindada. Una casa capaz de soportar un tornado.

En la versión que a mí me contaron. Los tres cerditos se salvan. El primero y el segundo terminan refugiándose en casa de su hermano mayor que los protege y los salva del lobo. Un tercer cerdito que no sólo ha construido la casa más grande y más fuerte, sino que además, es capaz de vencer al lobo y matarlo.

En el cuento clásico, los dos primeros cerditos mueren devorados por el lobo. Mueren porque no han trabajado lo suficiente para construir una casa lo bastante fuerte como para aguantar el soplido del lobo. Mueren porque han sido vagos y han preferido la diversión al trabajo. Mueren porque están solos y sólo depende de ellos vivir. En el momento que se cambia el cuento y los dos cerditos se salvan, la historia carece de sentido porque nos muestra que siempre habrá alguien que nos salve, sin importar lo que hayamos hecho. Y eso es falso.

Lo que no hagas tú, no lo va a hacer nadie por ti.

En ese afán protector, nos han contado cuentos que nos han enseñado lo contrario. Nos han protegido haciéndonos creer que siempre habrá alguien que nos ayude. Que hagamos lo que hagamos siempre podremos salvarnos del lobo. Porque siempre habrá una casa de "alguien" de ladrillo, con chimenea y puerta blindada capaz de retener a la fiera y, con suerte, ese "alguien" será capaz de matarlo.


miércoles, 10 de septiembre de 2014

Septiembre ha llegado y lo hace con cuentos. Después del descanso veraniego, vuelvo con las pilas cargadas para contar una y mil historias.
Por eso, este viernes 12 de septiembre comienza el curso de cuentos en Toys-E (Plaza Hermenegilgo Terrado, 2) de Jaén. A las 19 horas estaré contando cuentos para niños deseosos de perderse por historias de hadas, viejas, ogros y extraños países del color gris.

¿Has visto que lugar para escuchar historias?