martes, 15 de abril de 2014

La otra historia de Tom y Jerry. Capítulo 5.

La otra historia de Tom y Jerry

CAPÍTULO 5

Tom estaba tumbado en la cama de la pensión. Se sentía abatido y agotado. Llevaba meses recorriendo una ciudad tras otra. Visitando circo tras circo sin conseguir que ninguno le diese la oportunidad de mostrar todo lo que había dentro de él. Tom entendía que debía ser complicado para los dueños de los circos ver en él al monstruo que llevaba dentro. Sin embargo, no comprendía como ninguno de ellos había querido darle, siquiera, una oportunidad. Quizás su madre tenía razón y aquel sueño que lo había acompañado desde la niñez, era tan sólo una estupidez más en su vida.
De pronto, oyó pasos tras la puerta. Era un caminar lento e irregular. Los pasos se detuvieron y todo quedó en silencio. Tom miraba la puerta fijamente. Estaba seguro de que la persona que caminaba en el pasillo se había detenido tras ella. Alguien metió por debajo de la puerta un sobre blanco y golpeó el marco dos veces.
Tom se incorporó de la cama y se dirigió rápidamente hacia el picaporte. Abrió sin vacilar y miró a ambos lados del pasillo. No había nadie. La persona que apenas unos segundos antes había dejado aquel sobre en su habitación había desaparecido. Aquello era demasiado extraño. Es cierto, que llevaba unos días con la sensación de que alguien lo seguía, sin embargo, no había sido capaz de descubrir quien era. Aquella forma de actuar y aquel sobre, demostraban que él estaba en lo cierto y que había una persona tras sus pasos.
Cogió el sobre del suelo y se sentó en la cama. No había nada escrito. Lo abrió con cuidado y encontró, en su interior, una foto. La sacó y la miró fijamente durante varios minutos. No podía creerse lo que estaba mirando. ¿Cómo era posible que una foto como esa hubiese llegado a sus manos así? No sabía qué pensar.
Poco a poco, Tom se fue tumbando en la cama. No dejaba de mirar la foto. Estaba absorto por aquella imagen. Al final, agotado, se quedó dormido.
Sobre la cama, junto a él, una fotografía en blanco y negro. En ella, aparecía la madre de Tom muy joven, sonriente y feliz, con un bebé en sus brazos y, a su lado, un hombre. Bueno, el cuerpo de lo que parecía un hombre, pues el trozo de fotografía donde se encontraría la cabeza estaba arrancado. En la parte superior derecha, sobre la madre de Tom, podía leerse: Circo “De monstres de papier”. 

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